21 de octubre de 2010

Nos gusta hablar sobre cine: pero hoy no

En Ramdom Films siempre nos resistimos a pensar que la realidad supera la ficción. Simplemente porque nos gustan mucho las historias. Nos gusta como los autores, directores y demás participantes del cine modelan mundos nuevos; sin embargo esto es demasiado. Ningún guionista imagina tanto dolor.

“No se. Se muy poco. Lo mataron de un balazo. No pude averiguar nada más.” Me contó ayer a la tarde un compañero de trabajo. Y agregó: “No se nada. Es la primera vez que me pasa esto: que matan a un compañero mío”. Estaba blanco, tembloroso y muy triste. Esa misma desazón sentimos aquí. Y la certeza de que esta vez si la realidad superó a la ficción: nos ganaron. Ni la más terrorífica de las historias de celuloide la iguala. Grandes actores en el reparto. Sabios manipuladores de armas como si de un western se tratara. El pistolero más rápido del oeste. Pero no es el oeste. Acá en el sur parece no haber balas de fogueo: se usa plomo nada más. Mariano Ferreyra es el joven de 23 años que cayó asesinado: no murió como dicen los habladores. Muere alguien de un paro cardíaco o de viejo.

La oración anterior entraña una pasivización. Reformulemos: Alguien asesinó a Mariano Ferreyra. Pero aun nos falta ese alguien. Lamentamos no poder identificarlo nosotros.

Desde Ramdom Films siempre pensamos que la ficción-la fábula y el invento- son algo maravilloso. Sin embargo hoy no hay lugar para eso. Disculpas por alejarnos algo del cine. Es que a veces la realidad llama a la puerta y el que no atiende pierde humanidad.

Los noticieros son la plaga en forma de imágenes que reproducen la muerte, asesinando de nuevo pero cada vez anestesiándonos más hasta que no sentimos dolor. Repudiamos las imágenes en este caso; que no son más que la prostitución del dolor. También las palabras envenenan y prenden el fuego para que el humo tape todo y nada sea claro.

Solamente esperamos que la muerte de Mariano no se convierta solamente en otro documental; en otra capa de imágenes tapando la cara de la víctima y la del asesino- Porque sabemos que así funciona: si no hay muerto no hay asesino. Ningún plano magistralmente realizado concentra tanto horror como este asesinato. Lo sentimos mucho. Nuestro deseo más profundo era poder hablar de cine: no nos dan la cara, el corazón ni las tripas para hacerlo.

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